"Fin del juego" Derrick Jensen

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Primera premisa: La civilización no es y no será jamás sostenible. Ni mucho menos la civilización industrial.

Segunda premisa: Las comunidades tradicionales raramente abandonan o venden de forma voluntaria los recursos de los cuales ellas mismas dependen, mientras que estos no han sido destruidos. Tampoco permiten voluntariamente la alteración de sus tierras con el propósito de extraer otros recursos: oro, petróleo, etc. Seguido de eso, aquellos que quieren esos recursos, harán lo que puedan para destruir esas comunidades tradicionales.

Tercera premisa: Nuestro modo de vida -la civilización industrial- está fundada, requiere y se desplomaría muy rápidamente sin una violencia extendida y persistente.

Cuarta premisa: La civilización se basa en una jerarquía claramente definida y ampliamente aceptada y sin embargo a menudo no declarada. La violencia ejercida por los que están en la cima de esta jerarquía sobre los de abajo es casi siempre invisible, o sea, que pasa desapercibida. Y cuando se hace notar, entonces esta es completamente racionalizada. La violencia ejercida por los de abajo sobre los de arriba es impensable y cuando tiene lugar, es vista con estupefacción, horror y las víctimas son aduladas.

Quinta premisa: La propiedad de los que están en la cima de la jerarquía es más importante que la de los de abajo. Es aceptable que los de arriba aumenten la cantidad de propiedades que controlan - o en el lenguaje cotidiano, de ganar dinero - destruyendo o quitándoles la vida a los de abajo. A eso se le llama producción. Si los de abajo damnifican la propiedad de los de arriba, los de arriba pueden matar, o destruir las vidas de los de abajo. A eso se le llama justicia. 

Sexta premisa: La civilización no es redimible. Esta cultura nunca experimentara ninguna clase de transformación voluntaria hacia un modo de vida sano y sustentable. Si no la paramos, la civilización va continuar a empobrecer a la gran mayoría de los humanos y a degradar el estado del planeta hasta que ella (la civilización y probablemente el planeta) colapse. Los efectos de esta degradación van a continuar perjudicando a los humanos y a los no-humanos por un largo tiempo.

Séptima premisa: Mientras más esperemos que esta civilización se desmorone – o más esperamos nosotros mismos para desmantelarla – mas problemática será su caída y las cosas se tornaran más graves para los humanos y los no-humanos que lo vivirán y para los que vendrán después.

Octava premisa: Las necesidades del mundo natural son más importantes que las necesidades del sistema económico.

Otra versión para la octava premisa: Todo sistema económico o social que no beneficia a las comunidades naturales sobre las cuales está basado es insostenible, inmoral y estúpido. La sostenibilidad, la moralidad y la inteligencia (así como la justicia) requieren el desmantelamiento de todo sistema económico social de ese tipo o por lo menos que se le impida perjudicar el mundo natural.

Novena premisa: Si bien algún día, claramente seremos menos numerosos que hoy, hay múltiples formas por las que esta reducción de población pueda ocurrir (o acabarse, según la pasividad o la actividad de la que hagamos prueba en la aproximación de esta transformación). Algunas de esas formas pueden caracterizarse por una violencia extrema y una privación: un apocalipsis nuclear, por ejemplo, disminuiría al mismo tiempo la población y el consumo, de manera horrible; lo mismo es verdad para un crecimiento sin límites, seguido de una colisión. Otras formas podrían ser menos violentas. Dados los actuales niveles de violencia de los que da prueba esta cultura en contra de los humanos y del mundo natural, es aun imposible imaginar una disminución en la población y el consumo sin violencia y privación, no porque esas mismas disminuciones implicarían necesariamente violencia, sino porque la violencia y la privación se han convertido en condiciones estándar. Sin embargo algunas maneras de disminuir la población y el consumo, aunque violentas, consistirían en hacer disminuir el nivel de violencia requerido y causado por el movimiento (frecuentemente feroz) de recursos de los pobres hacia los ricos, lo que provocaría paralelamente una disminución de la violencia en contra del mundo natural. Personalmente y colectivamente podríamos ser capaces, a la vez, de disminuir y suavizar el carácter de la violencia que se producirá en el curso de esta probable larga trasformación. O pudiera ser que no. Pero esto es cierto: si no nos aproximamos a ello activamente – si no hablamos acerca de la situación actual y de lo que podemos hacer – la violencia será sin duda mucho más severa y la privación mucho más extrema.

Décima premisa: La cultura en su conjunto y la mayoría de sus miembros están dementes. La cultura está dirigida por una pulsión de muerte, una pulsión de destrucción de la vida.

Onceava premisa: Desde el comienzo, esta cultura – la civilización – es una cultura de ocupación.

Doceava premisa: No hay gente rica en el mundo y no hay gente pobre en el mundo. Hay solo gente. Los ricos puede ser que posean muchas monedas de papel verde que muchos consideran que vale algo – o su pretendida riqueza es quizás todavía más abstracta: números almacenados en discos duros en bancos – y los pobres no poseen quizás nada de eso. Los « ricos » pretenden poseer la tierra y a los « pobres » se les ve negado el derecho de expresar la misma pretensión. Uno de los primeros propósitos de la policía es de imponer por la fuerza los delirios de los que poseen muchas monedas y papeles verdes. Esos delirios son acompañados de consecuencias extremas en el mundo real natural.

Treceava premisa: Los que están el poder reinan por la fuerza y mientras más pronto nos liberemos de la ilusión que supone lo contrario más rápido vamos a poder comenzar, al menos, a tomar decisiones razonables sobre si, cuando y como vamos a resistir.

Catorceava premisa: Desde el nacimiento — y probablemente desde la concepción, pero no sabría defender esta aserción — estamos individualmente y colectivamente educados a odiar la vida, odiar el mundo natural, odiar la naturaleza, odiar a los animales salvajes, odiar a las mujeres, odiar a los niños, odiar a nuestro cuerpo, odiar y temer a nuestras emociones, odiarnos. Si no detestáramos el mundo, no permitiríamos que fuera destruido a plena vista. Si no nos detestáramos, no permitiríamos que nuestras casas — y nuestros cuerpos — fueran envenenados.

Quinceava premisa: El amor no implica el pacifismo.

Dieciseisava premisa: El mundo material es elemental. Eso no significa que el espíritu no exista, ni que el mundo material sea todo lo que haya. Significa que el espíritu se mezcla con la carne. Significa también que las acciones en el mundo real tienen consecuencias reales. Significa que no podemos contar con Jesús, ni con Santa Claus, ni con la diosa madre, no con el conejo de pascua para salirnos del atolladero. Significa que este lio es realmente un lio y no un movimiento de pestañas de Dios. Significa que debemos enfrentar este lio nosotros mismos. Significa que mientras estemos aquí en la Tierra – y que sin importar que aterricemos o no en otra parte después de la muerte, y que estemos condenados o privilegiados de vivir aquí – la Tierra es lo que importa. Ella es elemental. Ella es nuestra casa. Ella es todo. Es tonto pensar o actuar como si este mundo no fuera real y elemental. Es estúpido y patético no vivir nuestras vidas como si no fueran reales.

Diecisieteava premisa: Es un error (o más probablemente, una negación) basar nuestras decisiones sobre si, sí o no, las acciones y voluntades resultantes de eso van o no atemorizar a los guardianes y dirigentes de las decisiones sociales o la masa de los estadounidenses.

Dieciochoava premisa: Nuestra percepción actual del « yo » ,del « ego », no es más sostenible que nuestro uso actual de la energía o de la tecnología.

Diecinueveava premisa: El problema de esta cultura se funda principalmente en la creencia según la cual,  controlar y abusar del mundo real es justificable.

Veinteava premisa: En el seno de esta cultura, la finanza  — y no el bienestar de la comunidad, no la moral, no la ética, no la justicia, ni si quiera la vida misma — dirige las decisiones sociales.

Modificación de la veinteava premisa: Las decisiones sociales son principalmente determinadas (y a menudo exclusivamente) sobre la base de si, sí o no, esas decisiones comportan un aumento de las fortunas monetarias de los que toman las decisiones y de aquellos a quienes sirven.

Re-modificación de la veinteava premisa: Las decisiones sociales son principalmente determinadas (y a menudo exclusivamente) sobre la base de si, sí o no, esas decisiones argumentaran el poder de los que toman las decisiones y de aquellos a quienes sirven.

Re-modificación de la veinteava premisa: Las decisiones sociales están principalmente fundadas (y a menudo exclusivamente) en la creencia, casi nunca examinada, según la cual los que toman las decisiones y aquellos a quienes sirven, están autorizados a amplificar su poder y/o sus fortunas monetarias en detrimento de los de abajo.

Re-modificación de la veinteava premisa: Si vamos al corazón del problema — si todavía queda algo  — usted va a encontrar que las decisiones sociales están principalmente determinadas sobre la base de sus capacidades de servir a los fines de control y de destrucción de la naturaleza salvaje.



Traducción : Santiago Perales Meraz. "End Game" 2006 Ed. Seven Stories Press

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