"La improvisación musical" Violeta Hemsy de Gainza
"No concibo una educación musical y mucho menos una iniciación musical sin libre expresión. Improvisar en música es lo más próximo a hablar en el lenguaje común. Un estudiante adelantado que pasa varias horas al día practicando piezas y ejercicios en su instrumento debería también, por lo menos, ser capaz de expresar ideas musicales de un nivel de dificultad equivalente a las conversaciones simples que improvisa cotidianamente cuando se encuentra de pronto con un amigo." "No se trata de negar ni de pasar por alto el arte musical, sino de construir un camino que permita a los alumnos un acceso maduro al mismo. Para nosotros, ese camino va al encuentro de la música está profundamente vinculado a los procesos de libre expresión; es indispensable tener la posibilidad de participar con la música propia, la que llevamos dentro, para poder integrar mejor las música de fuera..."
Fragmentos de "La improvisación musical" de Violeta Hemsy de Gainza 1983
"¿Por qué tendría que se la música diferente a otras artes, a otros lenguajes? ¿No aprende el niño a hablar para poder expresarse y pedir lo que quiere? ¿No aprende a caminar y a moverse para trasladarse a voluntad por el espacio? ¿No le damos lápices de colores para que se entretenga dibujando, garabateando, inventando formas? ¿No ponemos a su alcance arcilla o plastilina para que modele lo que se le ocurra? ¿No lo estimulamos acaso para que se comunique con sus amigos y les escriba cuando se va de vacaciones? Si solamente le enseñáramos a recitar o a transcribir de memoria poesías, relatos, obras literarias, no podría desarrollarse y ni siquiera entender el significado de lo que está diciendo. Si solamente lo preparáramos técnicamente para copiar con fidelidad y cuidado dibujos, pinturas y esculturas famosas desvirtuaríamos el sentido de su infancia y con ello partes esenciales de su vida futura. ¿Por qué olvidar entonces que la música también le pertenece y con ella puede jugar, decir, enviar "cartas" y mensajes personales? Improvisar en música es lo más próximo al hablar en el lenguaje común...
...La educación, considerada como un proceso de crecimiento, presenta importantes rasgos comunes con la improvisación. Cuando se improvisa se absorben materiales auditivos, pero sobre todo, se adquieren experiencias, conocimientos, destrezas y se promueven emociones en contacto con el sonido o las diversas estructuras sonoras y musicales. Por otra parte, se externalizan los materiales auditivos internalizados, con participación plena de todos los niveles individuales...
...Improvisar música equivale a hablar -con naturalidad- el lenguaje hablado. Ejecutar obras musicales equivale a recitar poesías, trozos literarios u obras de teatro. El hablar, así como el improvisar música, funcionaría a dos niveles: a) como lenguaje cotidiano, recurre a los estereotipos comunes a un amplio grupo humano; b) como forma de expresión o comunicación más genuina de cada ser humano, trata de escapar a lo habitual y repetido para llegar a la comunicación individual más profunda del arte. A nuestro entender, ambas formas de lenguaje son necesarias, lógicas y naturales; ambas responden a la categoría de "acto expresivo"; ambas son o pueden ser una "improvisación"...
...En la primera práctica exploratoria de los instrumentos se verificará un proceso similar. La improvisación instrumental comienza también con un "balbuceo" o garabato musical que surge del hacer funcionar simplemente el instrumento, por cualquier medio y a cualquier nivel. Del mismo modo que el niño de dos años, al descubrir formas en lo que acaba de dibujar con un lápiz -moviendo su mano con impulsos rítmicos- exclama: "Mirá! Hice un nene -un globo- un bicho...", el niño que mueve los dedos tocando "cualquier cosa" se regocija cuando reconoce por casualidad algún giro melódico que le resulta familiar o encuentra una yuxtaposición placentera de sonidos. El juego libre va realimentando, en una constante retroalimentación (feedback), la conciencia auditiva. Ello permitirá posteriormente, una participación cada vez mayor del oído y además un ensanchamiento del acopio de estructuras básicas que a menudo sirven al niño para iniciar el juego musical. Al niño de seis o nueve años que inicia en el estudio de un instrumento le encanta improvisar o componer su música, casi tanto como aprender los temas o las melodías que le atraen. Diríase que, a esa edad, se encuentran muy equilibradas estas dos tendencias básicas y complementarias salvo, naturalmente, en los casos excepcionales que encontraremos en uno u otro sentido: los niños a quienes sólo les interesa la improvisación o aquellos que se resisten a enfocar actividades de libre expresión y prefieren repetir o estudiar lecciones...
...El adulto, también suele sentirse fuertemente atraído por la improvisación musical, pero su necesidad de autoexpresión aparece muchas veces reprimida, mostrando temor o un excesivo respeto que le impiden abordar de manera espontánea esta valiosa actividad proyectiva. En esta etapa de la vida, vuelve a tener importancia la participación del pedagogo, cuya función será revelar, ahora de manera diferente, al alumno, las infinitas posibilidades que proveen la música y los sonidos. Digamos una vez más, para concluir, que la práctica de la improvisación musical, al mismo tiempo que constituye una importante fuente de descarga expresiva, matiza y vuelve más ameno el estudio de la música, ya que el niño, el joven o el adulto que saben jugar o improvisar mostrarán siempre frente a la interpretación de las obras de la literatura musical un enfoque mucho más maduro y creativo."
Comentarios
Publicar un comentario